Cómo escoger tus botas de esquí alpino

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Estamos en plena temporada de invierno y uno de los deportes más practicados es el esquí. Dentro de todo el equipo necesario para llevarlo a cabo de la mejor manera posible se encuentran las botas de esquí. Existen numerosos modelos en el mercado con diferentes características que, además, variarían mucho entre marcas. Por ello, es importante tener en cuenta algunos factores para asegurarte de que la inversión económica que has hecho en las botas está justificada. Por este motivo, desde Tot Magazine os traemos las claves que tendrías que buscar para elegir el mejor equipo posible.

¿En qué se diferencian las botas de esquí alpino de las botas de esquí comunes?

Seguro que en el caso de que quieras iniciarte en el esquí alpino y, si ya cuentas con un equipo de esquí normal, te preguntarás por qué motivo no puedes usar las botas que ya tienes. Lo cierto es que la diferencia no está tanto en las propias botas, sino en el tipo de fijación que se emplea en ellas. En concreto, las fijaciones de las botas de esquí alpino están elaboradas siguiendo la norma ISO 5335. No obstante, si no terminas de ver la necesidad de comprar unas botas específicas para el esquí alpino, es posible encontrar botas con este tipo de fijación y con la ISO 9523, que es la empleada en el esquí de travesía.

En cualquier caso, es importante mencionar respecto a esta normativa que no existen diferencias entre marcas en cuanto a las botas y las fijaciones se refieren. Por lo que no tienes por qué limitarte a marcas y modelos concretos.

Características de las botas de esquí alpino

Si estás pensando en empezar con este deporte es porque, probablemente, ya te hayas animado a practicar la modalidad de esquí más clásica. La técnica del esquí alpino hace un mayor hincapié en los movimientos laterales y deja más de lado los verticales. Es por ello que el diseño de las botas de esquí alpino ha ido encaminado en esta dirección. Para ello, se han suavizado los índices de flexión y, paulatinamente, se han ido reforzando los laterales para adaptarse a esta modalidad de esquí. Será aquí, y no en lo relativo al rendimiento, donde encontraremos mejoras en el diseño con respecto a las botas de hace algunos años.

Asimismo, también se está pensando cada vez más en la comodidad del usuario, en la polivalencia de la bota y, por supuesto, en su personalización. Encontramos algunos ejemplos de ello en elementos como las cañas con desbloqueo, modelos con mayores posibilidades de personalización o un mejor aislamiento térmico entre otras características.

Tipos de botas que podemos encontrar

Dentro de las botas de esquí alpino podemos encontrar varias categorías que se adaptarán a determinadas necesidades. Principalmente, encontramos dos grandes grupos. Por un lado, están las Botas Race, que buscan el mayor rendimiento posible pese a sacrificar algo de comodidad para el usuario. Al menos, así era tradicionalmente, dado que algunos avances han permitido incorporar tecnología que mejora el confort de estas botas sin renunciar un ápice a su rendimiento. A este respecto encontramos ejemplos como el uso de aislamiento térmico avanzado que permite una mayor calidez sin añadir más volumen a la bota o las personalizaciones de carcasa. Sin duda, esta categoría de botas de esquí es una gran opción cuando ya tienes cierto dominio de esta disciplina deportiva.

Por otro lado, encontramos las Botas de Pista y All Mountain. Pese a que algunas marcas tienden a diferenciarlas, lo cierto es que son categorías muy similares y existen pocas diferencias entre ellas. Las All Mountain cuentan con la posibilidad de desbloquear la caña y traen suelas antideslizantes. Por su parte, las de Pista traen cañas y suelas elaboradas con plásticos convencionales.

Cabe mencionar, además, que en todas estas categorías encontraremos modelos específicamente diseñadas para mujeres. En ellos, las hormas tienden a ser más anchas, tienen unas cañas algo más bajas, suelen ser más ligeras y cuentan con un mayor grado de aislamiento.

Índice de flexión, factor determinante

El índice de flexión determina la dificultad a la hora de doblar la bota hacia adelante. Al contrario que la talla, no estamos ante una medida estandarizada. Es por ello que no conviene fijarse únicamente en el “flex” al elegir tus botas de esquí alpino. Esta medida dependerá enormemente de tus particularidades en cuanto al peso, altura y en tu nivel y estilo sobre los esquís.

Si tienes dudas respecto a tu índice de flexión ideal, un buen consejo es que nunca adquieras uno que esté por encima de tu nivel. Ello es debido a que variar el centro de gravedad por medio de la flexión de los tobillos es clave para la progresión. Si te estás iniciando, quizá la opción ideal a la hora de tener en cuenta este factor sea adquirir algún modelo que permita variar los puntos.

La talla, clave a la hora de elegir tus botas de esquí alpino

Podría parecer un elemento que no es ni necesario citar, pero lo cierto es que las botas de esquí tienen una peculiaridad en este sentido. No funcionan por tallas, sino que emplean el tallaje “Mode Point”. Este, indica los centímetros de pie, por lo que puedes encontrar botas que se adapten específicamente a tus medidas. En este sentido, quizá lo ideal sea acudir a un local para que sean los expertos de la tienda quienes calculen con medidores precisos cuál es exactamente tu talla de bota. No obstante, si quieres adquirirlas por internet siempre puedes recurrir a métodos caseros para hacerlo. Ten en cuenta que no conseguirás una medición tan precisa como la que obtendrías en un local especializado, pero podría sacarte de un apuro.

De no tener la posibilidad de acudir a una tienda, es especialmente recomendable que te midas el pie tú mismo y que no traspases tu medida de calzado normal a la medida Mode Point, porque suele haber bastantes errores en este tipo de conversión. Y ello no solo influirá en la comodidad el usuario que la lleve, sino que podría desencadenar en caídas o lesiones graves.

Al contrario de lo que puedes pensar con tu calzado habitual, con respecto a las botas de esquí es mejor que, en caso de redondear, lo hagas a la baja. Ello es debido a que tallas mayores podrían desencadenar en una sujeción deficiente. Asimismo, que el talón no quede del todo fijo dificultará determinados movimientos de trasmisión desde la bota al esquí. Movimientos que serán clave a la hora de deslizarnos.

La horma y sus tipos

Por último, otro de los aspectos básicos a la hora de elegir cuáles serán tus futuras botas de esquí alpino son las hormas. Dentro de estas, lo usual es encontrar hormas estrecha, media o ancha. En este caso, tampoco existen medidas estandarizadas, por lo que variarán entre marcas y modelos. Generalmente, se toma la horma de 100 mm como medida de la horma media, siendo estrechas las medidas inferiores y anchas las superiores. Sin embargo, recuerda que esto es solo una referencia.

De nuevo, lo ideal es que esta medida te la tome personal especializado en una tienda y con material específicamente diseñado para ello. Además, en algunas marcas suele variar la horma dependiendo de la talla de bota que uses y algunas asumen que, a determinada talla, le corresponde siempre determinada horma.

Por otro lado, y, por regla general, casi todas las gamas de botas de esquí ofrecen diferentes tipos de hormas. Aunque conviene estar atento porque algunas gamas se fabrican siempre con hormas específicas. Por ejemplo, las Race suelen llevar hormas estrechas, o las que están pensadas para principiantes suelen estar equipadas con hormas más anchas.

Estos serán factores que convendrá tener muy en cuenta a la hora de hacerte con tus botas de esquí alpino. Aunque, en cualquier caso, siempre podrás arreglar determinados factores mediante la personalización. Puede que unas botas de esquí más personalizadas sean algo menos económicas, pero estarán hechas específicamente para ti.

Dese Tot Magazine queremos que disfrutes al máximo de este invierno. Además, podrás hacerlo con la mayor tranquilidad posible gracias a algunos de nuestros seguros.

¿Gripe o resfriado? | Síntomas y causas

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Con la llegada del frío hacen su aparición muchas cosas muy buenas. Hablamos de la nieve, el esquí, el chocolate caliente… Sin embargo, existen otras cosas menos agradables que suelen hacer acto de presencia cuando empiezan los primeros días fríos del año. Una de ellas son las enfermedades de las vías respiratorias. Pero, ¿sabemos diferenciar si tenemos gripe o resfriado?

La mayoría de personas no es capaz, menos aún durante los primeros días. Y es que tienen una sintomatología muy parecida. Por ello, vamos a intentar dar unas pequeñas pautas para reconocerlas y aprender a diferenciarlas. Pero, sobre todo, a saber cuáles son las causas y cómo combatirlas, tanto si se trata de una gripe como de un resfriado.

¿Gripe o resfriado?

Lo primero que debemos saber es que ambas tienen un origen similar, y cursan unos primeros síntomas muy parecidos. Así, muchas veces se confunden. Por este motivo, nos centraremos en marcar sus puntos comunes y, aún más, sus diferencias. Intentando ayudar a aprender a distinguir si padecemos gripe o resfriado.

Causas de gripe o resfriado: origen vírico

Los casos de gripes y resfriados aumentan con la llegada del invierno, ya que es el mismo frío el que hace de canalizador -que no de causante-, y puede aumentar las probabilidades de padecerlos.

La capacidad defensiva de las vías aéreas superiores se ve mermada con la llegada del frío. ¿El motivo? Las mucosas reducen su eficacia, dando así origen a la proliferación de algunos virus.

Ambos tienen un origen vírico, pero cada uno originado por un virus diferente. Por eso no hay que creer que un resfriado puede convertirse en una gripe si no se trata adecuadamente, ya que desde el inicio son cosas completamente diferentes.

La gripe es causada por el virus de la influenza, que suele modificarse cada poco tiempo. Así, suele cursar síntomas que pueden variar según la modificación, agravándose o volviéndose más leves. Estas mismas variaciones son las que hacen que el virus pueda contagiar a la misma persona cada año.

El resfriado suele ser ocasionado por el rinovirus. Es mucho más común entre la población y muta de forma muy rápida, provocando su ‘aparición’ varias veces el mismo año.

Evolución y duración

Los síntomas de la gripe suelen ser más graves que los del resfriado. De hecho, pueden llegar a ocasionar fiebre de varios días de evolución. También aparecen de una manera más súbita, pudiendo durar entre una y dos semanas.

El resfriado, por el contrario, es de evolución más lenta, apareciendo sus síntomas de manera gradual, con una menor duración y de una agresividad mucho más leve.

Sintomatología

En ambos casos existen síntomas frecuentes, como lo son la congestión nasal, mucosidad, estornudos y tos, dolor de garganta y de cabeza, disminución o perdida del apetito y malestar general.

Las diferencias se encuentran en la aparición de fiebre. Es muy rara en el resfriado, y de corta duración. En el caso de la gripe, en cambio, es más alta y puede cursar varios días. También hay diferencias en la aparición de dolores musculares, escalofríos y fatiga, que suelen acompañar a cualquier gripe.

Tratamiento común

El tratamiento para combatir los síntomas, ya se trate de gripe o resfriado, suele tener muchos puntos frecuentes. Por ello es interesante repasarlos todos.

  • Uno de los más importantes es mantenerse hidratado, por lo que es primordial aumentar la ingesta de líquidos. Esto ayudará a fluidificar la mucosidad, para poder eliminarla mejor.
  • Tomar bebidas calientes, principalmente sopas, caldos e infusiones. En muchas ocasiones es complicado, puesto que el apetito disminuye mucho, pero ayudarán al organismo a estar más fuerte para poder combatir los síntomas. También ayudará a aliviar el malestar de garganta, si se tiene.
  • La utilización de enjuagues salinos nasales o suero fisiológico, mejora y alivia la sensación de obstrucción por mucosidad que dificulta el respirar con normalidad, aportando un gran alivio al día a día.
  • Los analgésicos pueden proporcionar alivio y mejorar los síntomas más molestos, como el dolor muscular y el malestar general, que suelen aparecer en ambas enfermedades.
  • El descanso, aunque pueda parecer algo muy obvio y sin importancia, es algo que también ayudará a mejorar en cualquiera de las dos enfermedades.

Tratamiento de la gripe

Causada por el virus de la influenza, la gripe es una enfermedad que nos acompaña de manera habitual cada invierno, siendo muy aconsejable el vacunarse si se es una persona que pertenece a un grupo de riesgo. Esto ayudará a evitar la gravedad de la enfermedad, si llegara a darse, y sus complicaciones, como pueden ser la neumonía.

  • Como hemos dicho con anterioridad, la gripe suele causar unos síntomas más intensos y acusados en el tiempo que el resfriado, por lo cual en ocasiones es necesario tomar antitérmicos para aliviar la fiebre.
  • Los antibióticos podrían ser necesarios en algunas gripes, pero al no ser un medicamento de venta libre, es necesario pasar por un médico que diagnostique correctamente la enfermedad y el suministro de la medicación adecuada.

Gripe o resfriado: prevención

No podíamos omitir otro punto importante, y es la prevención. Los virus, especialmente los que son tan comunes, tienen una alta capacidad de contagio, por lo cual muchas veces lo mejor es prevenirlo, especialmente cuando se puede evitar el contagio con tan solo unos sencillos puntos a tener en cuenta.

La prevención empieza en uno mismo, con lo cual mantener una dieta sana y equilibrada, para aportar al organismo todos los minerales y vitaminas necesarias para mantenerse fuerte.

Unos hábitos saludables, como la práctica de algún deporte, también mejora la capacidad de nuestro sistema inmune para defenderse ante ataques externos.

Beber dos litros de agua al día, o bebidas que lo sustituyan, para ayudar a mantener las mucosas correctamente hidratadas. Si lo están serán capaces de defenderse de los virus externos que quieren entrar en el organismo a través de ellas.

Lavarse las manos con frecuencia. Esto es algo que se ha remarcado mucho a causa de esta pandemia, y es extensible a cualquier virus. La mayoría de ellos mueren de una manera muy sencilla con un buen lavado de manos, por lo cual es primordial hacerlo con frecuencia.

Usar pañuelos desechables. Los pañuelos de tela se quedan con los virus y, al volver a utilizarlo, vuelven a manos y cara, por ello es aconsejable utilizar pañuelos desechables y desecharlos una vez se utilicen, sin reutilizarlos.

Evitar el contacto con personas que ya la padecen. Parece algo obvio, pero al ser enfermedades muy comunes, en ocasiones olvidamos el avisar a otra persona de que lo padecemos y contagiamos a la gente que nos rodea por no haber avisado. En el caso de ser nosotros quienes tenemos el virus, es importante taparse la boca en caso de tos o estornudo.

No compartir elementos de higiene personal ni utensilios de cocina con nadie. En lugares como oficinas pequeñas y en casa es algo que muchas veces puede pasar por alto y es una forma rápida de extender la enfermedad.

Con estos pequeños gestos podemos evitar aumentar el número de contagios, reduciendo así el riesgo de pasar unos días en cama con malestar general y otras molestias tan incómodas como la tos o la mucosidad.

Volvemos a recordar la conveniencia de visitar al médico en casos en los que los síntomas sean más graves, duren más de lo normal, y en personas que entren en el grupo de riesgo, embarazadas, mayores de 65 años e inmunodeprimidos.

En cualquiera de los casos, cuando se trate de enfermedades y de nuestro cuidado o el cuidado de nuestras familias, tanto si se trata de gripe, resfriado o cualquier otra enfermedad, queremos estar a vuestro lado ofreciendo el mejor cuadro médico. Es por eso que os recordamos que tenemos a vuestra disposición nuestros seguros de salud, para cubrir cualquier necesidad que pueda surgiros en el día a día.

Estaremos más que encantados de ser vuestro seguro de referencia y de acompañaros en los cuidados más importantes.